"La ficción es muy anterior a la literatura y mucho más universal y más importante que ella. Narradores extraordinarios no han escrito nunca. A lo largo de la mayor parte de la historia humana, ni siquiera han sabido que existía la escritura, ni la han necesitado. La escritura tiene unos cinco mil años, y su fin primordial no fue la transmisión de historias, sino el registro de bienes almacenados y de transacciones comerciales. Los mismos comerciantes que desde hace muchos millares de años llevaban de un lado a otro conchas perforadas, puntas de flechas de pedernal, bloques de lapislázuli o de ámbar, llevarían también consigo historias escuchadas o vividas en territorios lejanos que tendrían siempre una parte de maravilla y otra de familiaridad."

En cualquier caso, y sea cual sea la forma que elijamos para contar la ficción, sé que es necesaria porque ella me ayuda a comprender, me acompaña, me abre al mundo. Soy, no sólo todo lo que me ha sucedido, sino las historias que me cuento para intentar entender lo que vivo y todas las historias que alguna vez escuché, ví, leí, y me conmovieron. Ellas están en mi cuerpo y mi memoria, me pueblan, como yo pueblo este mundo grande, bello y terrible.
(Imagen de Sarah Moon para la "Caperucita roja" que editó Anaya en 1984)
Magda