sábado, 30 de julio de 2011

Sobre la ficción

Un estupendo artículo de Antonio Muñoz Molina, El miedo de los niños, da vueltas en torno a la ficción y su necesidad. Habla también de narradores ambulantes, grandes historias y bosques de ahora. Leedlo completo, es muy interesante. Extraigo un fragmento porque creo que coloca el oficio de contar historias oralmente en un hermoso lugar. Dice Muñoz Molina:
"La ficción es muy anterior a la literatura y mucho más universal y más importante que ella. Narradores extraordinarios no han escrito nunca. A lo largo de la mayor parte de la historia humana, ni siquiera han sabido que existía la escritura, ni la han necesitado. La escritura tiene unos cinco mil años, y su fin primordial no fue la transmisión de historias, sino el registro de bienes almacenados y de transacciones comerciales. Los mismos comerciantes que desde hace muchos millares de años llevaban de un lado a otro conchas perforadas, puntas de flechas de pedernal, bloques de lapislázuli o de ámbar, llevarían también consigo historias escuchadas o vividas en territorios lejanos que tendrían siempre una parte de maravilla y otra de familiaridad."
Me parece bonito que un escritor me diga que el oficio que ejerzo (para el cual tantas veces pretendemos extraer prestigio desde otros oficios, como el literario, por ejemplo) es anterior a la literatura y más importante que ella. Gracias, señor Muñoz Molina.
En cualquier caso, y sea cual sea la forma que elijamos para contar la ficción, sé que es necesaria porque ella me ayuda a comprender, me acompaña, me abre al mundo. Soy, no sólo todo lo que me ha sucedido, sino las historias que me cuento para intentar entender lo que vivo y todas las historias que alguna vez escuché, ví, leí, y me conmovieron. Ellas están en mi cuerpo y mi memoria, me pueblan, como yo pueblo este mundo grande, bello y terrible. 

(Imagen de Sarah Moon para la "Caperucita roja" que editó Anaya en 1984)
                                                                                                                                                                                       Magda