martes, 7 de junio de 2011

Oir un cuadro

Lo que dirige el relato no es la voz: es el oído.
dice Calvino en "Las ciudades invisibles". En fin, que tanto darle vueltas a la escucha y Calvino con una sola frase lo dice todo.
Pues eso.
Por una extraña asociación de ideas, cuando pienso "¿qué imagen le podría poner a esto que acabo de anotar?", me viene a la memoria un cuadro de Chardin.
Este:
Realmente no sé por qué. Lo ví en el Prado. Tampoco sé por qué me gustó como lo hizo.
Hay misterio, el rastro de alguien, silencio. El rojo de las fresas es hermosísimo. Pero ninguna de estas cosas me explica del todo lo que sentí. Tal vez que la frase de Calvino ponga el acento en la relación y yo sientiera claramente afecto, casi como un golpe, un golpe de afecto, cuando ví el cuadro, conectan frase y pintura. En las dos, la relación lo es todo. Y entonces se me ocurre que escucho el silencio de esta pintura y que este silencio me acoje, me escucha, y que la hospitalidad de la que he estado hablando tal vez esté también en estas fresas, en este rojo, en este cuadro que me emociona.
                                                          Magda




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